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Diario de viaje​

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 Explorando el Sureste Asiatico

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Aceves vive y respira pintando, pinta mientras viaja y, por supuesto, viaja mientras pinta. Laos, Tailandia, Vietnam, Camboya, Birmania ... no hay excusa para dejar de pintar. Una mochila mágica con un estudio itinerante es todo lo que se necesita. El formato de las piezas en esta exposición lo demuestra, sí, son pinturas, pero también son formas de ser, hábitos y costumbres, una forma de orientarse en el mundo más amplia. Así es como Aceves lo entiende. Esto es lo que él está compartiendo con nosotros: las vistas que llamaron su atención y su curiosidad. Paisajes, retratos, situaciones que cobran vida por la particularidad del entorno, pero también la sensibilidad de Aceves mientras se deja seducir por ellos. Al mediodía, por la tarde y por la noche, el cielo entre las ruinas, la civilización y sus fronteras ... imágenes que se convierten en testimonios de una forma de ver que no ha perdido la capacidad de asombro.

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Aceves nos muestra su dedicación a transmitir una imagen y su esencia. Nada es fácil en estos intentos de capturar el presente. A lo largo de los años, su fluidez y generosidad le han permitido desarrollar la capacidad de crear sus pinturas con tanta facilidad y fluidez.

Al igual que Van Gogh, el amor y la pasión de Aceves por la pintura y el paisaje, y sobre todo su amor por la tierra que él representa, le permite penetrar en los misterios del paisaje y su gente, y como otros espíritus aventureros, se entrega a sí mismo a la seducción Por lo tanto, no es sorprendente que Oaxaca también se involucre en el sudeste asiático con el estudio de grabado Char en la Royal Fine Art School en Phnom Penh, Camboya. Un maravilloso proyecto colectivo, que ha comenzado a fructificar a través de su ímpetu.

 

 Acerquémonos a estas pinturas, veamos los instantes tomados, veamos estas escenas compartidas como vislumbres de la visión de un artista. Para Aceves, el mundo real no es indiferente y, a través de sus imágenes, podemos recuperar nuestra capacidad de asombrarnos ante la luminosidad de la existencia.

 

Al aire libre

 

Francisco Castro Leñero.